Cortadillos de anís seco de la Abuela María (1)
Aprovechando que tenía mi preciado cabello de ángel, cuya receta podeis ver aquí, hice la receta que os triago hoy. Estos cortadillos son muy similares a los de cidra, pero con algunas variaciones que hizo mi madre a la masa hará más de cuarenta años. Ella los hacía tanto rellenos de dulce de boniato como de cabello de ángel y ambas opciones resultan exquisitas. Yo hoy traigo la versión con cabello de ángel porque lo tenía recién hecho y no se me ocurre mejor manera de emplearlo. He intentado traducir lo más verazmente posible la receta de mi madre para daros las cantidades exactas, pero por si hay alguien por ahí que se apañe con puñados y chorreones os voy a poner las cantidades originales y las exactas que averiguamos después.
INGREDIENTES para unos 35 cortadillos
– 1/2 litro de aceite de oliva suave
-300 gmanteca de cerdo a temperatura ambiente (una cuarta y un poco más decía ella)
-250 gde almendra molida (una cuarta)
-200 gazúcar (un poco menos de una cuarta)
-1 kg400 gde harina de repostería (la abuela decía hasta que la masa esté dura)
– 185 ml de aguardiente (un vaso de los del agua que le falten dos dedos en lenguaje de la abuela)
– ralladura de un limón
– 1 cc rasa de canela en polvo (una miajica)
– azúcar glass
– cabello de ángel para rellenar (al gusto, yo puse TODO el que hice en la otra receta, mis hijos dicen que soy muy bruta)
ELABORACIÓN
Mi madre solía freír el aceite con una corteza de naranja y otra de limón para quitarle intensidad y lo utilizaba una vez frío; pero como actualmente contamos con muchísimos tipos de aceites yo he utilizado un aceite suave en crudo. Mezclamos la harina, el azúcar, la ralladura del limón y la canela y hacemos un volcán; en el centro ponemos los líquidos (el aguardiente y el aceite) y la manteca a porciones y vamos incorporando los ingredientes secos poco a poco, desde fuera hacia dentro con movimientos envolventes con mucho cuidado de no desparramar los líquidos del interior del volcán; amasamos hasta tener una bola compacta en la que todos los ingredientes estén perfectamente incorporados. Dividimos la masa en dos y extendemos, usando el rodillo, las dos bolas sobre papel vegetal. Ponemos la primera en una placa de horno recortando los bordes para que adapete por completo a la forma de la llanda, formando una capa de unos dos centímetros de grosor; ponemos una capa de cabello de ángel (yo la puse bastante gruesa pero eso ya va al gusto) y cubrimos con la otra bola extendida, y ahí es donde viene la dificultad. Esta masa se rompe con una facilidad extrema, lo que la hace muy difícil de transportar. Yo lo hice con dos palas grandes de panadería ya aún así se me partió. Para solucionarlo la pegué con un pincel mojado con agua y quedó bastate bien. No intentéis colocar la masa dándole la vuelta al papel vegetal volcándola sobre la capa de cabello de ángel porque pesa muchísimo y el resultado puede ser desastroso. Si alguien encuentra una manera mejor de transportarla que la mía que por favor me lo haga saber, que no sabéis lo que sudé!!! Una vez que hemos conseguido montarlo llevamos al horno preclanetado a 180º, yo con aire y calor arriba y abajo, cada uno como sepa que le va a funcionar en su horno, os aconsejo que si vuestro horno no tiene convección pongáis sólo calor por abajo. Horneamos unos 35 minutos, hasta que adquiera un ligero color dorado. Sacamos del horno, tapamos con un paño de cocina limpio y esperamos al día siguiente para poder cortarlos. Al día siguiente lo sacamos de la placa de horno y lo ponemos en una bandeja, cubrimos con azúcar glass espolvoreada y vamos cortando a cuadrados grandes con un cuchillo de punta fina.
Espero que os guste, en mi familia ha sido un exitazo.